Modos ejemplares de ser fusilado (II): Hatuey

No se trata en este caso estrictamente de un fusilamiento, porque –entre otras cosas- todavía no se habían inventado los fusiles. La historia sucedió en los primeros tiempos de la conquista de América, antes incluso de que Moctezuma y Atahualpa capitularan.

Se sabe que los españoles comenzaron por las islas. La primera, Haití –que los conquistadores llamaron la Española-, estaba habitada por los taínos, que fueron rápidamente masacrados. Algunos lograron escapar a Cuba. Entre ellos, Hatuey, que enseguida se puso a organizar la resistencia.

Como primera medida, aconsejaba deshacerse del oro. Según Bartolomé de las Casas, recorría la isla de Cuba con una canasta llena de objetos de oro pregonando: "Este es el Dios que los españoles adoran. Por estos pelean y matan; por estos es que nos persiguen y es por ello que tenemos que tirarlos al mar... Nos dicen que adoran a un Dios de paz e igualdad, pero usurpan nuestras tierras y nos hacen sus esclavos. Ellos nos hablan de un alma inmortal y de sus recompensas y castigos eternos, pero roban nuestras pertenencias, seducen a nuestras mujeres, violan a nuestras hijas. Incapaces de igualarnos en valor, estos cobardes se cubren con hierro que nuestras armas no pueden romper."

Hatuey logró reunir un pequeño ejército en Cuba, armado con hondas, arcos y flechas, pero pronto fue apresado y conducido a la hoguera. Amarrado en el cadalso, mientras los verdugos apilaban la leña verde (para que el fuego fuese más lento y el suplicio más doloroso), se le acercó un joven fraile franciscano que comenzó a hablarle con dulzura de la religión del perdón y de los lirios del campo. Hatuey lo escuchaba apenas interesado, pero cuando el fraile lo invitó a convertirse, preguntó qué beneficio obtendría por hacerlo.

El religioso le habló entonces del paraíso, un hermoso lugar en el que su alma viviría para siempre. Agregó también que, si se convertía, evitaría la hoguera y sería ejecutado rápidamente en la horca. A Hatuey pareció interesarle la propuesta, pero dudaba. Al fin, preguntó:

-En el paraíso, ¿hay españoles?

El fraile respondió que sí, que claro, que España era la nación más cristiana del mundo y que, por eso, el paraíso estaba repleto de españoles virtuosos. Hatuey no dudó más:

-Prefiero la leña verde.

Comentarios

Matias dijo…
Qué pluma dotada doctor, qué manera de escribir dulcemente sobre cosas terribles...

Entradas más populares de este blog

Canción para celebrar el 2 de abril

La gota fría

Modos ejemplares de ser fusilado (XIV): Benjamín Argumedo