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Adversus Amparo

A mis compañeros abogados. El precio que cobramos por nuestros servicios (al que ridícula y pundonorosamente denominamos “honorarios”, como si tuviesen relación con nuestro honor, que de ningún modo puede medirse en dinero) es, en términos bíblicos, el que nos permite pagar el pan y es el resultado del sudor de nuestras frentes. Nadie puede reprocharnos entonces que intentemos ganarlo lícitamente. Nadie puede reprocharnos tampoco que asumamos la defensa de causas que pueden parecer absurdas o directamente injustas. Somos defensores. De personas, de derechos, de intereses. Allá está el Estado, la Señora Opinión Pública, los medios de comunicación masiva, para juzgar con real o ficticia ecuanimidad. No es el defensor quien debe ser ecuánime y justo. El defensor debe ser lo que es: Defensor y vehemente. Es bueno que recordemos estas simples y sencillas verdades. Zapatero a tus zapatos. Es bueno hoy en un país y un planeta en que todos hacen lo que no les corresponde. El presidente sancion