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Mostrando las entradas de octubre, 2008

Tangueras

Una se llama Soledad y la otra, Dolores. Está claro que tenían destino de tangueras.

Tango senegalés

En materia tanguera siempre fui un poco fundamentalista. Los años cuarenta significan para mí la época en que comenzó la decadencia del tango. Discépolo, el principal corruptor moral de sus letras. Piazzolla, un rockero interesante. Mi padre y mi abuelo, en cambio, prefieren la música moderna. Por eso, cuando invité a mis parientes a ir a ver a La Chicana, que por primera vez tocaba en La Plata, recibí la cargada de mi padre en forma de mensaje electrónico. Decía así: "Mi dulce nieta Francisca (que anoche me contó un cuento cuyos personajes eran quequito y una tal Luján) resumiría mi estado de estupor por este mail con su célebre frase “No te lo puedo creer”. La Chicana volvió de su gira por … ¡Senegal! Y, más aún, incorporó a su repertorio milongas africanas y brasileñas. Como habrá sonado en los últimos arrabales de Dakar aquello de estar invitado con tarjeta de cartón, tan apreciado en Sarandí. Como sonará “mama, llevame pal pueblo” en Wolof, el lenguaje de su etnia mayoritaria