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Mostrando las entradas de julio, 2007

Desaparecidos

Ni laureles eternos, ni la muerte Con gloria, la que habían prometido En un himno gritado y encendido; No tuvieron siquiera aquella suerte. No vieron de sus madres el calvario, Pañuelo de llorar hecho bandera. No tuvieron su caja de madera, Su lápida, su cruz y su rosario. Les quitaron la risa, el rostro, el nombre; Les negaron la suerte de los hombres. Les poblaron la muerte de ruido, Eléctrica punción y desencanto. Les sacaron los ojos y hasta el llanto. Les prohibieron también haber nacido. Enrique Catani La Plata, 31 de julio de 2007