Modos ejemplares de ser fusilado (IX): Pedro Eugenio Aramburu
No los redime, no los disculpa, no los mejora; pero a veces también los malos saben morir. Pedro Eugenio Aramburu –nadie lo ignora- se alzó contra la democracia en nombre de la democracia. Invocando las libertades personales, mandó a torturar y a asesinar. Proscribió y persiguió al peronismo y prohibió incluso que se lo mencione, todo para mayor gloria de la libertad. Al ejercicio sistemático del crimen y la maldad, su régimen añadió una hipocresía inagotable. Con él se inauguró en la Argentina el terrorismo de estado. Con él se inició el proceso que convertiría al brazo armado de la patria en una abominable policía terrorista. Fueron sus infaustas decisiones las que empujaron a miles a la violencia política y las que –en definitiva- determinaron su muerte por el hierro como avisa la Escritura (Mateo 26,52). Una mañana nublada y ominosa, un grupo de jóvenes disfrazados lo capturó en su casa y lo llevó a una estancia perdida en la pampa. Nadie los conocía todavía, pero se harían famosos...